jueves, 29 de septiembre de 2011

Malditos sean

Malditas sean todas las noches extraviadas en el Universo, rendidas a la oscuridad del silencio, malditas las estrellas sin cresta, las sonrisas desarmadas, la extravagante analogía entre el dolor y el amor, su confusión, su espigado grado de arrogancia, los espias del desencanto, maldigo todos sus espías paranoicos, los trenes sin paradas y los pasajeros que viajan por la vida sin otro afán que morder por morder.

Malditos sean los desajustes emocionales, sus grietas embargadas por la pena, la sonrisa del que provoca el llanto, maldita sonrisa, el que golpea para sentirse fuerte, el que mengua en alma y corazón, el inepto en afecto, el absolutista, dipsómano beodo en odio, rociado de perturbado poder masculino, malditas sus entrañas carniceras, su holocausto amoroso, su perversa persistencia, su consentimiento social.

Malditas sean las inculturas prefabricadas, las escuelas de dogmas disimulados, trampas elásticas que se descuelgas y crían larvas en cerebros aceleradamente disminuidos, paradigmas de la manipulación, las mentiras enmascaradas, ay las mentiras enmascaradas, cuánto dolor y cuánta traición, el apadrinamiento de la ignorancia, esa escasez de recursos para editarse uno mismo, esas viejas escuelas de insoportable mentalidad.

Maldito sea quién quiera gobernar, mandar, dirigir, ordenarl a cualquier otra persona, malditos los gestos adiposos de la malicia, las averías programadas de las libertades individuales, y colectivas, las calles asfaltadas en pro de la avaricia, el silencio descompuesto del capcioso, malditos silencios, maldito el amanecer de una mañana anciana, la sonrisa en su féretro, el tiempo, maldito el tiempo que nos roba el presente, que nos envejece, el mismo tiempo de siempre, el déspota, el tirano, el responsable de este caminar hacia el curvo horizonte, el único, el irrepetible, el confuso tiempo que nos pone a cada uno en su sitio, en su lugar, en su silenciosa tumba, en su propia mentira.

Paco