Son finitas las nostalgias que recorren mi infancia
el tazón de leche, el bocadillo de nocilla
los sueños interminables
de un niño preso del tiempo.
La calle era mi otra casa
las montañas de arena
los árboles todavía vivos
el aire por momentos limpio
el futuro aún por venir.
Yo iba de aquí allá
ni vencedor ni vencido
tan solo atrapado en el juego
desafiando la ciencia
volando sin alas.
Pero ahora que el recuerdo cada vez
se torna más arrugado y borroso
no se me ocurre otra cosa
que combatirlo desde la distancia
con el mismo arma con el que crecí.
Echándole leña a la imaginación
a ver si así me olvido
de este mundo
de adultos por educar.
Paco
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