miércoles, 6 de abril de 2011

De la herida de un amanecer confuso

De la herida de un amanecer confuso
extraigo conclusiones entre renglones
y sorbos de soledad azucarada,
me pesan los dedos, su irremediable desgaste,
unas ideas alcanzando la forma de desuso
una vasta desgana me hunde
en las profundidades del silencio.
Aquí estoy, tan invisible como siempre,
tan lejos pero tan cerca como siempre,
para el que quiera y para el que no me quiera,
tan humano como el dolor de esta mano
que lleva más de un mes acompañándome,
aquí sigo, en plena descomposición
sintiendo el amor más intensamente
que nunca, su perturbador aroma,
su tacto abrigando mi corazón
su ansiedad agrietando mi pecho
el amor como equilibrio de la descomposición
y firmo desde aquí un pequeño adiós
como una vaga sombra en una fría noche
de invierno, con ganas de desaparecer
de hundirse entre las caricias de las sábanas
entre las tragedias del insomnio
y huir, huir, huir
de todos, de los calabozos rítmicos
de la sociedad, de la estupidez
incalculable de este lugar, e incluso,
cómo no,
huir de mi mismo, de cuando me doy miedo,
y en ello ando, descalzando los dedos,
fregando los miedos y diciendo adiós,
con mi esperanza pegada con tiritas baratas
y con mi sonrisa navegando en tu boca.
Y eso es todo.

Paco

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